El fenómeno quinqui surgió a finales de los 70 y principio de los 80 en las barriadas periféricas, impulsadas por el “desarrollismo Franquista”. Fueron jóvenes pobres de extrarradio, en muchas ocasiones víctimas del elevado desempleo, la represión salarial, la excasez de servicios asistenciales y las nuevas “pandemias sociales” como la heroína a quienes sin empleo y sin futuro no les queda más opción que delinquir.
En esas barriadas del extrarradio que habían sido construidas para cobijar a la clase trabajadora y a la emigración rural, los quinquis revelaban un escenario de pobreza y desamparo a mil años luz de las imágenes del progreso que infundían los aparatos oficiales durante la transición. Los quinquis eran los hijos de la desorganizada emigración campo-ciudad de los años 50 y 60, los niños de barriadas levantadas a golpe de populismo sin plaza en el cole, sin posibilidad de empleo y con la droga siempre presente. Este coctel dejó una barra libre de violencia callejera formada por grupos de narcotizados chavales que vivían asaltando, robando y picándose los brazos. Lo curioso es que semejante resultado llegó a gozar de enorme fuerza mediática, fama y hasta de gloria.
LUTE
El Lute, fue el pionero, si acaso el más famoso. Sus hazañas delictivas coparon cientos de páginas de prensa a finales de los años 70, hasta convertirlo en un icono de la juventud marginal. Era la respuesta al sistema, la huida desesperada hacia delante al volante de coches robados. A partir de ahí decenas de ellos comenzaron breves y explosivas carreras delictivas basadas en tirones de bolsos, puentes a Seat 850, violaciones a chavalitas y atracos a farmacias. El Jaro, el Vaquilla, el Torete, el Pera, el Nani eran los protagonistas de esas narcóticas hazañas.
CINE QUINQUI
La fama saltó por encima de las portadas y alcanzó el cine. Solo entre 1978 y 1985 se produjeron 30 películas sobre delincuencia juvenil. Era la “iconización” en tiempo real: mientras en la calle se preparaba un palo, en la pantalla del cine se recreaba la acción con heroicidad. Destacan 2 cineastas por encima del resto: Eloy de la Iglesia, con pelis como “Navajeros” (1980) “Colegas” (1982) “El Pico” (1983) y “El Pico II” (1984), “La estanquera de Vallecas” (1987) y José Antonio de la Loma con pelis como “Perros Callejeros” (1977) , “Perros Callejeros, busca y captura” (1979), “ Los últimos días del “Torete” (1980), “Perras Callejeras” (1985), o “Yo, el Vaquilla” (1985). Así mismo, hubo en esta época otras películas quinquis dirigidas por directores reconocidos como “27 horas” de Montxo Armendáriz (1986), “Deprisa deprisa” (1980) de Carlos Saura o “Maravillas” (1980) de Manuel Gutiérrez Aragón.
QUINQUI SOUND
Si hablamos de un sonido quinqui hablaríamos de una rumba delincuente, que pinta con realismo, sin moralina y utilizando palabras de la calle, un paisaje de drogadicción, entradas y salidas del talego y tradiciones del corazón. Hits a destacar: Los Chorbos “Vuelvo a casa” (1985), Los Chichos “Quiero ser libre” (1973), Los Chunguitos “Soy un perro callejero” (1979), Los Calis “Heroína” (1983), Rumba 3 “Y no te quedan lágrimas” (1979), Las Grecas “Te estoy amando locamente” (1974), Tamara Salazar & Terremoto “Debajo del olivo” (1984), Toni el Gitano “Macarra” (1977), Los Chichos “El Vaquilla” (1985) entre otros.
El problema de todo este entramado mediático y cultural fue que los quinquis alcanzaron un aura romántica, cierta ternura de bandolero, de chavalada perdida y víctimas de una sociedad que les olvidaba. La realidad era más cruda. Ante todo, los quinquis, eran delincuentes y super violentos. Chavales sin escrúpulos. No eran mafiosos, ni criminales organizados, eran yonkis sin futuro huyendo en una frenética carrera a ningún lado, llevándose todo a su paso y creando una inseguridad ciudadana sin precedentes. El caldo de cultivo en el que nadaban era la España renacida, llena de lagunas y agujeros.
EL RESURGIR DEL FENÓMENO QUINQUI
Durante 20 o 30 años el cine quinqui ha estado olvidado. Eloy de la Iglesia ha sido un cineasta quizá marginado por hacer esas películas y desde hace unos años se le empieza a reivindicar a él y al género. En el 2009 el CCCB de Barcelona le dedicó una expo al cine quinqui. Nuevos cineastas como Carlos Salado triunfó en Youtube con “Criando ratas” un filme “neoquinqui”. El pasado año en el festival de Málaga se presentó un documental de este género “Navajeros, censores y nuevos realizadores” de Rafael Robles. Y en el de San Sebastian le dedicaron una expo a Eloy de la Iglesia. Asistimos a una nueva entrega de un documental “Quinqui stars” de Juan Vicente Córdoba que indaga en el cine quinqui de los 80 y busca a los nuevos quinquis entre jóvenes promesas de la música trap y hip-hop, como el Coleta o el grupo feminista IRA.
¿Estaremos asistiendo a un nuevo resurgir quinqui?